"...el cuento literario condensa la obsesión de la alimaña, hace perder al lector contacto con la desvaída realidad que le rodea, arrasarlo a una sumersión más intensa y avasalladora. De un cuento así se sale como de un acto de amor, agotado y fuera del mundo circundante, al que se vuelve poco a poco con una mirada de sorpresa, de lento reconocimiento, muchas veces de alivio y tantas otras de resignación"
Julio Cortázar: "Del cuento breve y sus alrededores"

"AL FARO", de Virginia Woolf.

Existen autores fallecidos que se van cubriendo de un óxido de hierro simplistas que les marca, y si no logras limpiar esa capa de herrumbre puedes caer en el manido tópico y menospreciar a escritores que han pasado a la historia de la literatura por méritos propios.

Partiendo, de no ser quién para juzgar a los clásicos, lo hago, y en la mayoría de las veces sin fundamento; algo así me sucedió con Virgina Woolf. Autora marcada en mi biblioteca personal durante años como profunda, confusa y para mujeres (no como algo despectivo, sino por su diferente visión del mundo, más cercana a los sentimientos, emociones e inseguridades que lo que yo era cuando comencé a leerla de joven).
Sí, sin duda, una auténtica tontería pero así fue. Con estos discretos prejuicios me he desenvuelto, sin exponerme demasiado, porque en el fondo intuía que me quedaba corto, que no era capaz de llegar y que mis etiquetas eran más por falta de incapacidad propia que por otros motivos.

Hace unos días leí a Borges, a Jorge Luis, -referente en cuanto a ¿todo? discutible, aunque no en lo que a literatura se refiere-, en "Biografías sintéticas"que Virgina era una de las inteligencias e imaginaciones más delicadas que ensayaban felices experimentos con la novela inglesa, por lo que comencé a leer "Al faro".
Mi sorpresa ha sido mayúscula, muy gratificante, me he encontrado con una lectura profunda, hermosa. He descubierto que leyendo a Virginia es como tener todos mis ligeros y profundos pensamientos en unas líneas.; te sientes identificado con sus sueños, sus miedos e inseguridades. Te sientas a cenar como observador en aquella mansión decrépita de la familia Ramsey y es como si abrieses los cerebros de cada uno de los comensales, y no son pocos, para que vayan surgiendo todas sus conexiones, sus desidias, sus bondades, sus desprecios. No conoces, no te identificas con un solo personajes, sino con todos. Es una lectura que tiene una repercusión global en tu ser, percibes todo en todo momento, y además, tiene un ritmo natural, de marea, que te atrapa, te ensueña en aquella casa que mira con nostalgia al faro.
Deseas fervientemente forma parte de aquella convivencia y, a la vez, huir, huir lejos de tanta envidia y ensoñación perdida; pero, evidentemente, no puedes puestos que somos esos hombres, mujeres y niños que acompañan a la Señora Ramsey en sus últimos horas.
Virgina Woolf recoge cada una de nuestras conexiones cerebrales las traduce al lenguaje y las pinta poéticamente. Es un relato triste, humano, muy humano en el que hay que dejarse llevar impregnándose de toda la belleza que este AUTORA profunda, verdadera, nos transmite.
Siéntensen en un confortable butacón, enciendan una hogareña luz a su espalda y escuche en las hojas de "Al faro", se oye la mare golpenado la ensenada, se percibe la angustia de sus protagonistas, hueles sus atardeceres y te atrapas como en una telaraña. No intentes huir, es peor más te enredarás.
Eso sí, leanlo con distancia si  no la nostalgia les atrapará y les decrepitará como la misma mansión.
Maravillosa lectura.


2 comentarios:

  1. Dónde está el cuento?

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  2. No es un cuento. Es una novela breve de Virgina Woolf que puedes encontrar en Alianza Editorial en edición de bolsillo.
    Gracias

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