Cuantas veces hemos oído contar (ésto es muy estadounidense) a un intelectual, artista o deportista reconocido que una vez fue detenido por la policía o no pidió factura para evitar pagar impuestos; hasta los más insignes de esta sociedad tienen una pequeña mancha.

Reconocido escritor de cuentos para adultos (destacar "Lady Turton", recogido en nuestro canon), novelas para niños y relatos autobiográficos de un excelente nivel.
Relatos que te atrapan desde el primer instante, con giros sorprendentes, guiños de humor constante y con un uso de la ironía excepcional, atmósferas creadas en unas pequeñas líneas y finales redondos que te congratulan con la escritura.
Pues "Mi tío Oswald", única novela de Dahl, está tan alejado del resto de su obra en cuanto a su calidad como la galaxia A1689-zD1 de la tierra. Supongo que esta novela escrita en 1979 tendría ínfulas de trasngresora respecto al tema sexual, pero leída cuarenta años después te parece insustancial e incluso soez.
Es cierto que destila humor en muchas de sus páginas, pero ningún pasaje logra entusiasmarte; en ocasiones, por el exceso en la chanza y lo repetitivo del tema y, en otras, porque el final del episodio no logra ser tan redondo y sorprendente como el autor galés nos ha tenido siempre acostumbrado.
Una novela a la que le falta ritmo y le sobra bromas sexuales. Una novela que bien podría haber sido un relato breve, condensando humor y ganando en ritmo, y no una novela excesiva, extenuante y exagerada. Roald fue uno de los grandes escribiendo cuentos, pero su novela nos defraudó.