"...el cuento literario condensa la obsesión de la alimaña, hace perder al lector contacto con la desvaída realidad que le rodea, arrasarlo a una sumersión más intensa y avasalladora. De un cuento así se sale como de un acto de amor, agotado y fuera del mundo circundante, al que se vuelve poco a poco con una mirada de sorpresa, de lento reconocimiento, muchas veces de alivio y tantas otras de resignación"
Julio Cortázar: "Del cuento breve y sus alrededores"

viernes, 20 de noviembre de 2015

Raymond Carver, el asesino silencioso

Lo primero es reconocer que estaba deseando utilizar el manido, pero no por ello carente de efecto,  titular, el asesino silencioso, tan de moda en los anuncios de medicamentos contra el colesterol y otras dolencias cardíacas. Lo segundo es que Raymond Carver, evidentemente, nada tiene que ver con las enfermedades coronarias.
Entonces, por qué el titular, por qué relacionar al cuentista norteamericano con este cinematográfico apodo.
Pues sinceramente no lo sé. Tal vez habría que retrotraerse a algún trauma infantil que sufrí para esclarecer esta extraña conexión de ideas, pero no es momento ni lugar.
Lo que sí sé es que cuando leo a Carver, cuando me introdujo en sus historias, nunca sé a dónde me quiere llevar. Sus historias están ancladas en una realidad concreta, común, a veces subyace un conflicto, que se desplaza bajo tierra, en otras el conflicto surge y estalla; mas  siempre nos lleva por caminos diversos, vidas distintas, para mostrarnos una realidad humana profunda, oscura, que nos hace tambalear, pero que nos resulta dramáticamente familiar.
Raymond Carver maneja cual relojero el lenguaje, los momentos, los enfoque, de manera precisa, sin alardes, pero consciente de que nos va descubriendo poco a poco, a veces insinuando sin mostrarlo, una miseria humana en un comportamiento mezquino, un sentimiento decepcionante pero habitual, un fracaso sentimental evidente o una pareja que se quiere pero que, en cambio, sufre por la propia vida; historias cargadas de alcohol o conversaciones sin coraza, situaciones todas ellas dolorosas pero comunes. Experiencias que no queremos reconocer pero que Carver sabe exponer para, sin poder evitarlo, reconocerlas o reconocernos. Al autor le gusta llevarnos de la mano como a niños asustados a través de historias aparentemente neutras; en cambio, vamos profundizando en vidas con secretos, como en un bosque oscuro y mágico, y detrás de un árbol escondido surge el drama, el conflicto para hacernos estremecer de manera silenciosa, como un asesino.


"Principiantes", son 17 relatos sin artificios, ni siquiera con la poda que hizo el editor en la primera edición del libro y que se llamó "De qué hablamos cuando hablamos del amor". Anagrama publicó los textos originales de Carver deshaciendo la agresiva revisión de Gordon Lish, su editor, y que dejó a la mitad los cuentos del escritor norteamericano. Al leerlos al completo, no entiendes que pudo quitar, obviar, porque son perfectos. Si tuviéramos que elegir a tres cuentistas universales del siglo XX, Carver sería uno de ellos, y "Principiantes" una de sus obras fundamentales.
Asuman riesgos y lean a Raymond Carver; conozcan su literatura y descubran su propia realidad que, a pesar de toda la amargura, es honestamente hermosa.

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